jueves, 2 de diciembre de 2010

Hasta luego

En dos meses más, dejás una casa, que te es familiar, y quieres de alma…

Qué bonita canción, y qué frase más acertada para este momento de mi vida. Aunque me encantaría contar con dos meses más antes de decirte hasta luego. Sí hasta luego, porque hoy, aun con mis pocos años y mi poca experiencia en esta vida, juré que iba a volver a vos.

Fue en mi infancia, esa en la que entre hermosos colores y divertidas tardes de juegos, pasando de sala en sala, fui aprendiendo a conocerte. Te fui descubriendo, un poco temerosa al principio; quién con apenas tres añitos no tendría miedo de tremendo monstruo, es más yo creo que si no te conociera tanto, te tendría miedo aun con mis ya diecisiete años de edad. Sin embargo pronto ya formabas parte de mí.

Me diste lo mejor en estos años catorce años que compartimos, momentos únicos, gente inolvidable, amigos incondicionales, amores, desamores, experiencias, risas, llantos, conocimientos, creo que por eso es que me cuesta tanto separarme de vos querida ENAM. Porque crecí bajo tu techo, “formándome para ser alguien en esta vida”, decían siempre mis viejos. No sé si todavía logre ser alguien, no lo creo, pero gracias viejos, porque sin ustedes, no hubiese pasado todo lo que pase en este hermoso lugar, que para mí más que una escuela, es mi hogar.

Hoy a un día de terminar lo que empezó allá por 1996, luego de que mis papás tomaran una decisión sobre mi educación y vos me abrieras tus puertas, digo que se equivocaron completamente en lo que pretendían sobre aquella decisión. No cumpliste solamente con el hecho de instruirme, sino que fuiste la experiencia de vida más hermosa que le pueda pasar a una persona. Porque me enseñaste muchas de las cosas que creo que voy a necesitar de acá en adelante, y no hablo ni de matemáticas, geografía, etc. Sino de los valores que vos me dejaste. Valores humanos, que no están en ninguno de los libros de tu biblioteca, pero que me los enseñaste casi a la perfección.

Con una lágrima y una sonrisa me voy despidiendo de cada rincón que te pertenece, y en el cual dejo algún recuerdo. Si tus paredes hablaran… podrían contar cada una de las anécdotas que dejo en tus pasillos, y que te las dejo todas a vos, para que cuando nos volvamos a ver, como viejas amigas podamos recordar juntas esos hermosos momentos vividos. Con un poco de nostalgia te voy dejando a la niña, esa que hace catorce años cruzó tu puerta por primera vez, sin saber bien lo que estaba sucediendo, ni en lo que le brindarías en cada uno de los años que allí pasara. La misma que fue creciendo, para convertirse en esta adolecente, que acá te escribe, y que con un nudo en la garganta te dice gracias. Gracias por absolutamente todos estos años. Sé que nos vamos a volver a ver amada escuela, y aunque en otras circunstancias, también sé que mi amor por vos no va a cambiar con nada.

Hasta luego ENAM, nos veremos otra vez.